El Padre Afligido

Suspiro ante la pena de tu generación,
cautiva por mi imparable euforia.
¿Te podré pedir perdón?
Al menos te contaré mi error.

Nacimos en la profusión
sin preguntarnos nunca quién
nos trajo la gallina de los huevos de oro.
Aún la añoro...

Prometeo nos cedió el fuego y desapareció.

No calibramos el poder,
fuimos adictos a dilapidar.
Tuvimos la seguridad de los altivos e ignorantes.

A los presagios los enterramos a voluntad,
la confianza ciega del que acostumbra siempre a ganar.
Fuimos condescendientes con los de siempre y ya no pudimos detener el plan, la solución final.

Lo siento hija, por no haberte enseñado a luchar.
Lo siento si nunca te di la oportunidad.
Ojalá encuentres la rendija y puedas escapar.
No seas como yo, aprende a valorar.