La Tejedora de Sueños

Caí del árbol como fruta madura
al verme inerme ante la diosa fortuna.
Mordí señuelos por hacer
lo que se esperaba de mí.
Probé el oro de vulgo,
pero no era para mí.

En el barro puedo ser
una barca de papel.
Imagino una lluvia torrencial
que me ayuda a navegar.

Mis compañeras fueron las dudas.
Lejos de odiarlas las acogeré.
Hoy sé que me hacen falta,
mi saber se nutrió de su poder.

Si no existe mi papel,
otra obra escribiré.
Aunque tenga que agotar la voluntad,
aunque creas que es soñar.

Me niego, no me conformaré.
No es cierto, en el fondo siento que
el mundo tiene para mí un lugar.
Debajo de las cenizas estará.

Imagino un destino colosal
para aquéllos que pudieron encontrar
en el yermo de la cotidianeidad
un rato para soñar.