Qué Sé Yo

Desperté con la realidad,
tras haber tenido la revelación
de que no hay nada más
que el silencio más ensordecedor.
Y pensé, en liberar
a los hombres de cadenas
que sujetan manos a paredes,
levantadas por la ceguera de la fe.

Con lo que no pude contar
fue con el miedo más elemental.
El servil no puede aguantar
la constante carga de la libertad.
Descubrí, en la soledad,
la certeza de que sólo puede ser origen de batallas
oponerse al afecto a la prisión.

“¿Qué sé yo, si no tengo nada más
que mi voluntad de querer ser mejor?
¿Y cómo no caer en la trampa
de creer sentirme superior?”

¿Y ahora qué voy a hacer?